05/02/2011
BUENOS AIRES PLAYA:
Las playas porteñas volverán a ofrecer este fin de semana múltiples espectáculos para disfrutar en familia en los complejos del Parque de los Niños, en el barrio de Núñez, y del Parque Roca, en Villa Lugano, que incluirán shows musicales en vivo, entretenimientos infantiles y clases de deportes, entre otras actividades.
A partir de las 11 el público visitante podrá acceder a clases participativas para aprender a bailar danzas latinas, mientras que para los más chicos se presentarán espectáculos de títeres y de circo y funciones de magia close up.
Además, tanto el sábado como el domingo habrá cierres a pura música con sendos shows en vivo de salsa en Núñez y de ritmos brasileños en el Parque Roca.
En ambas playas, que son de acceso libre y gratuito, la Ciudad pone a disposición del público reposeras, sombrillas, duchas para refrescarse, bares y campos de deportes.
En la página web oficial de Buenos Aires Playa: www.buenosairesplaya.gob.ar se informa en detalle sobre las distintas actividades programadas y las formas de acceso a los complejos y se puede acceder a videos y noticias y a conexiones con redes sociales como facebook, flickr y twitter.
Se recuerda al público que está prohibido bañarse en esa zona del Río de la Plata y para garantizar el cumplimiento de esa restricción y para prevenir cualquier tipo de contratiempo, el Parque de los Niños dispone de guardavidas, seguridad privada y efectivos de la Policía Federal.
Desde el Parque de los Niños no es posible acceder al río, pero sí lo es desde las costas de Vicente López, lo que explica que, en ocasiones, se encuentre gente bañándose en las zonas linderas a las playas porteñas.

HISTORIA DE PUERTOS ARGENTINOS (INCLUIDO EL DE LA CABA) - (Parte II).
En la Legislatura porteña, trabajan un proyecto de ley, que reivindica el derecho a solicitar al Estado Nacional la transferencia gratuita del dominio, explotación y administración del Puerto de la Ciudad de Buenos Aires. Y lo fundamentan en el marco de la Constitución Nacional, de la Constitución de la Ciudad y de lo dispuesto en el artículo 12º de la Ley Nacional de Actividades Portuarias Nº 24.093.

En la entrega anterior compartimos la recorrida histórica y legal por la que atravesaron los puertos de la república y en especial el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A partir de entonces se sucede un hito histórico, político e institucional en la Republica configurado, a partir de la reforma constitucional de 1994: la creación del Gobierno Autónomo de Buenos Aires, al decir del artículo 129º de la Carta Magna con "facultades propias de legislación y jurisdicción pudiendo sus habitantes elegir sus autoridades y dictarse su propia Constitución".
El reconocimiento autonómico que proclama el art. 129 de la Constitución Nacional implica para la Ciudad de Buenos Aires, que el convencional constituyente nacional, desfederalizó a la Ciudad de Buenos Aires, con el fin de posibilitar que ésta recobrara su identidad, sin perjuicio de encomendar al legislador nacional la tarea de salvaguardar los intereses federales dentro de la Ciudad de Buenos Aires, mientras ésta siga siendo Capital de la Nación. Lo que antes era la regla (toda la Ciudad de Buenos Aires como Capital de la Nación era federal,) ahora es la excepción: Buenos Aires como ciudad autónoma (art. 129, Constitución Nacional), alberga dentro de su circunscripción determinados intereses federales constituidos por contener a la Capital de la Nación.
La ciudad de Buenos Aires, ya no pertenece a la Provincia homónima, quien la cedió para que fuera exclusivamente territorio Federal. Ahora es una Entidad Política Autónoma.
Como a partir de la reforma el status jurídico central de la Ciudad establecido en el artículo 129, no es el de la Capital, sino el de la Ciudad de Buenos Aires, esta se independiza del alcance legal del articulo 3ro de la Carta Magna, en el sentido que su situación jurídica es independiente a su “capitalidad”, concepto que ahora resulta aleatorio.
Por lo tanto si la Nación nunca poseyó para sí el territorio de la Ciudad, sino condicionado a su calidad de territorio Federal, y esta situación es modificada, la declaración de la autonomía de la ciudad y la demarcación de su territorio por el Constituyente no es constitutivo sino declarativo.
Observamos entonces que la Ciudad de Buenos Aires, nace jurídicamente autónoma dentro del texto constitucional, poseyendo por tanto una autonomía originaria y no derivada, atento a que la autonomía en cuestión surge contemporáneamente con el nacimiento de Buenos Aires dentro del texto constitucional.
Después de 114 años deja de ser "un ente descentralizado que actúa dentro de la esfera del gobierno federal". En virtud de la nueva arquitectura constitucional esta nueva creación constitucional claramente ya no es un Municipio como anteriormente a la reforma. Pero tampoco es una Provincia. Es un nuevo ente de Derecho Constitucional – la ciudad autónoma- que forma parte, junto con las provincias, del universo federal de la República Argentina.
Ya no estamos en presencia de un ente sujeto a una entidad federal con eventuales funciones municipales , por el contrario estamos ante un ente autónomo y soberano en el cual residualmente la autoridad federal mantiene facultades las que se encuentran limitadas a las cuestiones necesarias para garantizar la operatividad de las funciones del gobierno federal.
En consecuencia, los argumentos esgrimidos en ocasión de la no transferencia del puerto han desaparecido. El territorio portuario pertenece a la propiedad del Gobierno Autónomo, la Constitución de la Ciudad ratificó los derechos de la Ciudad sobre su Puerto, al establecer en su artículo 8 que el Puerto de Buenos Aires es de dominio público de la Ciudad que ejerce el control de sus instalaciones, se encuentren o no concesionadas. El artículo 80 atribuye a la Legislatura la competencia para dictar la Ley de Puertos de la Ciudad, y el artículo 104 dispone en su inciso 20 que el Jefe de Gobierno administra el puerto de la Ciudad
Al constituirse como Ciudad Autónoma en 1996, el puerto debió ser cedido por el Gobierno Federal, aunque por razones de índole político esta transferencia nunca se concretó, como así tampoco la creación del ente que tendrá a su cargo la administración del Puerto. La presente ley viene a llenar este vacío normativo.
También es necesario señalar que cuando el Poder Ejecutivo, por el decreto 1029/92, al promulgar la ley, 24.093 observó el primer párrafo del art. 11, -en cuanto menciona a la Ciudad de Buenos Aires, excluyéndola de la posibilidad de obtener, a su requerimiento, el dominio y/o administración del Puerto de Buenos Aires , El veto solo importo la prohibición temporal mientras el P.E.N. fuera la autoridad local, el Gobierno Federal no veto el artículo 12 de La Ley, el cual sigue vigente, que establece condiciones especiales para permitir el traspaso de cinco puertos entre los que expresamente menciona a la Ciudad de Buenos Aires. En consecuencia la facultad de la ciudad a requerir el traspaso no fue anulada por el veto.
Por otra parte, la ley 24.588, llamada "ley Cafiero", dictada para resguardar los intereses federales en la ciudad, tampoco puede ser usada como óbice para nuestra reclamada transferencia, puesto que de la fina lectura de la misma no se desliza argumento alguno que imposibilite lo que en derecho corresponde. Por el contrario analizando cada uno de sus artículos y confrontándolos con la ley 24.093 y la realidad de lo que constituye el Puerto de nuestra ciudad, queda en claro que no hay aquí interés alguno que vaya en desmedro de los poderes públicos del Gobierno Federal. El mismo artículo 6º de la ley 24.588 prevé y permite que el Estado Nacional y la Ciudad celebren convenios relativos a las transferencias de organismos, funciones, competencias y bienes.
También, más allá del valor constitucional que nos merezca la Ley 24.588, debemos destacar que en su texto cuando el Legislador se intereso por que alguna materia o actividad quedase bajo la égida de la Nación fue taxativo. Así cito la Justicia, Las fuerzas de Seguridad, el Registro de la Propiedad Inmueble, el transporte Inter juridisdiccional (arts. 7 y 8 de la ley ) En cambio la actividad portuaria no se encuentra mencionada dentro de las funciones a cargo del gobierno Federal.
Tampoco puede considerarse la actividad portuaria comprendida en el amplio concepto de “poderes, derechos, bienes y atribuciones necesarios para el ejercicio de su competencia federal”, porque el Gobierno nacional conserva por mandato todo aquello que tenga relación directa con la finalidad en el territorio autónomo del Gobierno de la Ciudad. No existe argumento alguno que declare a esa zona portuaria de utilidad nacional. Ninguna manifestación ha efectuado la Nación al respecto, ni siquiera al tiempo de vetar la Ley 24.093 En ningún momento se indico que el Puerto es un Establecimiento de Utilidad Nacional, ni menos que resulta necesario para el cumplimiento de los fines del Gobierno Federal como fundamento del veto el cual argumento en una superposición de personas, tampoco lo hizo al dictar la ley de Garantías pese haber sido ella la oportunidad por excelencia para manifestar esa voluntad.
Retomando el contenido de lo normado en la ley 24.093, ésta estableció el marco formal de lo dispuesto para las transferencias, delegando en cada jurisdicción el dictado de la ley que considere más apropiada para su puesta en práctica, permitiendo que la misma se realice a través de una sociedad de derecho privado conforme según lo normado por el art. 12 de la ley mencionada. Así como las distintas provincias han dictado sus leyes referidas a la creación de los entes que administran sus puertos, esta Legislatura no puede demorar el dictado de su propia norma.
En consecuencia y atento a lo anteriormente mencionado entendemos que la sociedad anónima es el tipo societario más adecuado que tiene nuestro marco juridico y así mismo el de mayor control, permitiendo de esta forma incorporarse al mercado local e internacional con el máximo dinamismo comercial, haciendo posible operaciones mercantiles transparentes y seguras.
A partir de la sanción y promulgación de esta ley, la Ciudad habrá cumplido con lo dispuesto por la ley 24.093, es por ello que proponemos este proyecto de Ley. Resulta necesario articular mecanismos institucionales que permitan construir la reorganización de su ingeniería productiva armonizando la racionalidad de las decisiones económicas de los actores privados, con las finalidades sociales básicas que cumplen los puertos (funciones de articulación territorial, cobertura de servicios de exportación, relación calidad costo etc.).
Estamos operando con una Administración General de Puertos residual que recauda mucho dinero que sólo se destina para el pago de sueldos de su personal.
Mientras tanto, los importadores y exportadores pagan por un servicio que en la práctica no están recibiendo. El desafió es volver más eficiente la actual estructura de más de 400 empleados de la AGP (base del futuro Ente) que tendrá la obligación de cumplir con una gestión exitosa que le permita al puerto de Buenos Aires recuperar el lugar privilegiado que perdió en el Cono Sur.
No podemos finalizar estos fundamentos sin hacer mención al apelativo de porteños, "del puerto", que los nacidos en esta ciudad llevan con orgullo. El Puerto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aparece indisolublemente ligado a la Ciudad por lazos físicos y por la construcción de una entidad colectiva histórica, social, cultural y productiva común.
Planteamos que esta transferencia no solo es legítima en términos legales es además necesaria para poder resolver las medidas urbanísticas, edilicias y económicas que corresponde adoptar a su entorno, sin dudar que los habitantes de la ciudad, exigen a sus representantes políticos (tanto locales como nacionales), el cumplimiento de lo estipulado en el Texto Constitucional.
Por ello es que desde este espacio político sostenemos la necesidad de articular políticas activas para hacer realidad la concreción de este reclamo de los ciudadanos de Buenos Aires concretando este legítimo anhelo de reencontrarse institucionalmente con su Puerto".

PERSONAJES: FRAILE LEONARDO BOFF
“La gran amenaza siempre fue el capitalismo salvaje”
Genezio Darci Boff es uno de los intelectuales que formó parte del origen y concepción de la Teología de la Liberación. Nieto de emigrantes italianos y nacido en Concórdia (Brasil), adoptó como nombre religioso y literario “Leonardo Boff”. Ingresó en 1959 a la orden de los Frailes menores (franciscanos) y en 1984, luego de tratar de adaptar las “intuiciones de la Teología de la Liberación a las relaciones internas de la Iglesia” fue sometido a un proceso en el Vaticano. “No le agradó a Roma; me llamaron para justificarme y luego punirme con la imposición de silencio. Yo les contesté con una frase de Atahualpa Yupanqui: ‘La voz no la necesito, sé cantar hasta en silencio’”, recuerda.
Fue también uno de los ideólogos de la “Carta de la Tierra”, una declaración de principios éticos para una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo XXI. Es autor de más de 70 libros sobre Teología, Espiritualidad, Filosofía, Antropología y Mística, y un defensor acérrimo de los derechos humanos de las mayorías populares latinoamericanas.
-Usted sostiene que debemos volver a la “casa común”, la tierra. Es un principio de la teología de liberación...
-La Teología de la Liberación nació escuchando el grito de los oprimidos, los pobres y, lentamente, ha descubierto que la Tierra también grita por una devastación sistemática del sistema actual económico; ahí surge una Ecoteología de la Liberación. Con el calentamiento global, los problemas de la escasez de agua y otras crisis, cada vez es más urgente pensar formas de liberar, no sólo a los pobres, sino a la humanidad de una manera absolutamente irresponsable de habitar la Tierra, que es dañina a la vida y compromete el futuro.
-¿Cómo han influido en ello las crisis planetarias?
-Hoy estoy más angustiado que ayer, porque las crisis han llevado a la humanidad al borde de un abismo: en dos años la crisis económico-financiera ha aumentado en más de cien millones el número de pobres. El consumo humano superó un 30 por ciento más de lo que la Tierra puede reponer: hay que fijar un límite a la forma de producir y consumir, porque la Tierra cada vez está más debilitada, y no alcanza a mantener su sustentabilidad. Empezó el tiempo del mundo finito: los recursos son finitos y el futuro no es infinito, porque si quisiéramos universalizar los bienes que tienen los países ricos para toda la humanidad necesitaríamos por lo menos tres Tierras igual a ésta, lo que es absurdo.
La alternativa es el cambio. Eric Hobsbawm en su libro “La era de los extremos” decía que una humanidad cambia o va al encuentro de lo peor, el encuentro del camino ya recorrido por los dinosaurios. Entonces, tenemos que desarrollar esa conciencia, difundirla en la humanidad, especialmente en las elites ricas. Los grandes sistemas de las transnacionales no quieren saber nada de esto, porque los negocios funcionan; pero hay un riesgo global que afecta a todos y a cada una de las personas.
-La Teología de la Liberación fue censurada por el Vaticano. ¿Cuál es la relación que tiene usted con Benedicto XVI?
-Como teólogo, Benedicto XVI era amigo mío. Después caminamos por rumbos diferentes. Creo que el Vaticano cometió una equivocación terrible, porque pensaba que la gran amenaza de América Latina era el marxismo, cuando la gran amenaza siempre fue el capitalismo salvaje, que produce pobreza y miseria. El marxismo nunca fue un riesgo concreto. Ellos imaginaban que todo sería como Cuba, y por instinto de defensa, no quieren que la religión sea perseguida, pero el pueblo latinoamericano es muy religioso y místico. Esa equivocación la sostiene como si viviéramos en tiempos de la guerra fría. Por eso la Iglesia debe renovar sus informaciones. Les conviene mantener teólogos que quieran cambios, no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia, porque es una estructura muy autoritaria, muy cerrada, que encubre crímenes y pecados, como la pedofilia. Eso es intolerable.
-¿Qué rol pueden desempeñar las universidades en la difusión de la Ecoteología de la liberación?.
-En general, las universidades tienen la función social de reproducir los cuadros que hacen funcionar la sociedad (abogados, médicos y profesionales), pero también siempre ha tenido una función crítica: la de pensar el futuro, nuevas alternativas, y eso ha disminuido mucho en los últimos años, en todo el mundo, porque hubo una gran articulación entre las grandes empresas y la investigación universitaria. Hoy más que nunca todos los saberes deben aportar para proteger el planeta amenazado y cuidar de la vida. Es necesario desarrollar conocimientos comprometidos con lo ecológico, el futuro de la Tierra y la humanidad. La universidad puede hacerlo muy bien, es un reto que todos los universitarios tienen que asumir para no llegar retrasados; tenemos poco tiempo para hacerlo.
-¿Considera que es el momento propicio para impulsar estos cambios?
-Hay un riesgo en todas las universidades que conozco -yo también fui profesor- de que se cierren dentro de su mundo, en lugar de mantener contacto orgánico y permanente con la sociedad, con las bases, con los movimientos, sobre todo con los populares que son los más sensibles, los que más sufren y también los que más sueñan. La universidad debe abrirse a la sociedad, empezando por las víctimas, eso trae nuevos temas, visiones y perspectivas de cambio. Lo peor sería que se cerraran en sí mismas, porque dañaría al proceso global de acelerar la conciencia y buscar alternativas de producción de consumo, de relación con la tierra, el agua y el entorno.
Todavía hay viejos modelos basados en la violencia, con defensores de métodos que sostienen la necesidad de torturar la naturaleza hasta que nos entregue todos sus secretos. Esa visión que plantea la dominación de la naturaleza, en lugar de un diálogo con ella, todavía sigue vigente en las universidades. Debemos cambiar el modelo, valorar todos los saberes posibles, no sólo el técnico-científico, sino el saber espiritual, de la intuición, la cordialidad, porque cada uno es una ventana sobre la realidad. Tenemos que aprovechar la sabiduría de los pueblos para tener una visión más amplia, y obtener más medios para enfrentar las amenazas que nos vienen.
La Carta de la Tierra “Nació en 1992 de la conciencia de la crisis, mientras se realizaba la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro -recuerda Boff. Antes había una propuesta, pero había sido rechazada. Algunos jefes de Estado se irritaron mucho. Dijeron que había que empezar no desde las burocracias estatales o científicas, sino desde abajo, desde los pueblos de la Tierra. Entonces se creó un grupo, en el que yo participaba y donde también estuvo Mercedes Sosa, con la idea de consultar lo que la humanidad quiere de la Tierra. Trabajamos entre 1992 y 2000 y elaboramos un documento, pensando ya en el calentamiento global, la crisis del agua, el planeta como el único que tenemos. Así surgieron los principios y valores para un modo sostenible de vida, no un desarrollo sostenible porque eso le gusta mucho al capital, sino una manera de vivir sostenible sobre la Tierra, en la cultura, en la política.
A mi juicio, la Carta de la Tierra es uno de los mejores documentos. La Unesco ya la asumió y ahora queremos proponerlo en la ONU para que sea discutido, enriquecido y añadido a la carta de los Derechos Humanos. Lograr eso sería un avance enorme en la perspectiva de la conciencia colectiva de la humanidad de cara a la Tierra y la naturaleza”.
Sobre Leonardo Boff:
En 1970 obtuvo su doctorado en Teología y Filosofía, en la Universidad de Munich-Alemania. El 11 de agosto de 2010 fue homenajeado como visitante distinguido por la Universidad Nacional de Córdoba, y recibió los títulos Doctor Honoris Causa de la Universidad de Turín (Italia) y de la Universidad de Lund (Suiza). En 2001 ganó el Right Livelihood Award, conocido también como el Premio Nóbel Alternativo.
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